La belleza cobró forma de sonidos en el debut en México de Muti y su orquesta

Written By Unknown on Minggu, 14 Oktober 2012 | 15.16

Foto

Riccardo Muti en el podio de la Sinfónica de ChicagoFoto Todd Rosenberg

Pablo Espinosa

Enviado

Periódico La Jornada
Sábado 13 de octubre de 2012, p. 4

Guanajuato, Gto., 12 de octubre. La edición cuadragésima del Festival Internacional Cervantino (FIC) culmina su primera mitad con enorme saldo positivo: lo mejor de estos primeros nueve días de los 19 que dura, es sin duda el debut mexicano de Riccardo Muti al frente de su orquesta, la Sinfónica de Chicago, como un parteaguas en la vida musical de México.

Nada será igual luego que una de las mejores batutas del planeta hiciera, con una de las primeras 10 orquestas del mundo, un motivo de regocijo, reflexión, y sobre todo crecimiento humano. No solamente nadie olvidará el prodigio de la interpretación musical que hicieron estos músicos, sino que todo será mejor ahora.

El logro de Muti en el Teatro Juárez de Guanajuato y dos noches después en el Teatro de Bellas Artes de la ciudad de México se ubica junto a la marca similar que impuso su amigo Carlos Kleiber (1930-2004) en abril de 1998, como parte del noveno FIC, y Leonard Bernstein (1918-1990) en el décimo. Desde entonces, hace 30 años, no ocurría algo tan notable en cuestión de música sinfónica en un Cervantino.

Es la batuta de un humanista que tiene mucho que decir la que flotó sobre nuestras cabezas con un par de sinfonías, una del belga César Frank y otra del alemán Johannes Brahms.

De la profundidad de la sección de contrabajos las frases se extienden a las violas y de ahí a toda la orquesta. El sonido de la orquesta es transparente, amplio, rotundo, y el relato es dramatúrgico, pleno de suspenso, muy a la manera de un director experto en ópera como lo es Muti, atento al intersticio, al alma de la música que habita en el espacio que media entre una nota y la siguiente, acorde con la máxima mozartiana de que el espíritu de la música mora en ese aparente silencio.

Mejor que Zeus, Muti lanza centellas con su blanca batuta y sobre nuestras cabezas descienden fuegos fatuos, nubes, candeleros. La mirada del director queda fija en la sección de violonchelos un instante y se desgrana entonces un diluvio de sirenas gravitando.

Coreografía sonante

Riccardo Muti dirige con el compás de su respiración, con el péndulo que se mueve entre el sístole y el diástole de su corazón, con todo su cuerpo: extiende la palma de la mano y el torrente de sonidos se detiene como un acto de magia y ese silencio es insólito, de esos silencios que no existen más que en los sueños porque dura eternidades y apenas duró, en la vigilia, una fracción de segundos.

Zeus detentador del tiempo, detenedor del segundero. Ahora extiende la mano izquierda y despetala sus dedos que parecen rebotar en el suelo para emerger en forma de sonidos. Enseguida, abre los brazos en cruz, las palmas hacia abajo, mueve ese cuadrante en paralelo 15 grados hacia abajo y el volumen de la orquesta entera baja ese equivalente, baja ahora los brazos otros 25 grados y el pianísimo corta la respiración de la sala entera, atestada de un rumor de adrenalina envuelta en el silencio.

Es práctica común de los grandes directores, de los verdaderos gigantes, que al estar frente a una de las mejores orquestas del planeta bajen los brazos y dejen que toque sola. Pero Muti nunca la deja sola: baja los brazos, sí, y los vuelve falanges que acarician lentamente, brazos como pinceles que lanzan trazos de acuarela, movimientos todos de su cuerpo como los de un Nijinski en la concentración creativa de la danza que suena. Una coreografía sonante.

Ya sabemos que cuando uno dice Mozart, sonríe. Pero no imaginábamos que con Muti sonara Brahms y todos sonreímos: los músicos en primer lugar, como si intercambiaran bromas en animada charla con Muti, que prodigaba centellas, bromas y sonrisas sin emitir palabra desde el podio.

He ahí entonces que la belleza cobró forma en sonidos y habitó el teatro entero.

Un prodigio Muti dirigiendo: esculpe, traza, dibuja, modela, hace nacer a Venus del fondo del océano. Maneja el arte de la anticipación, que es la base de la dirección de orquesta, de manera tan increíble que en un momento dado baja los brazos, deja a la orquesta tocar sola, de un salto se planta frente a su concertino, de perfil, con la mirada le dice: vas, dentro de siete compases, vas con todo, y al llegar el compás indicado Muti levanta las palmas de las manos, los brazos contra el pecho y empuja literalmente el sonido, como quien derriba un muro de agua. Prodigio, porque todo eso suena: cada movimiento de cada pestaña de Muti suena. A paraíso.

Riccardo Muti en Guanajuato convivió con todo mundo, bromeó, armó un discurso improvisado en el escenario; hizo juegos de palabras, en especial con su apellido, Muti, y la palabra italiana muto, mudo. Dijo: un direttore senza orchestra è muto (Un director sin orquesta está mudo). Ricardo Mudos.

La ocasión ameritó un viaje relámpago a la ciudad de México, para el segundo concierto, que ocurrió en Bellas Artes, donde repitió el programa y el prodigio. El crítico Manuel Yrízar pudo ver desde la galería, con binoculares, la partitura: marcas en plumines luminosos amarillos, rosas, verdes, violetas y anotaciones manuscritas.

Riccardo Muti en México recobró la esencia de las mejores épocas del Festival Cervantino: un encuentro en el Olimpo.


Anda sedang membaca artikel tentang

La belleza cobró forma de sonidos en el debut en México de Muti y su orquesta

Dengan url

http://culturaarticle.blogspot.com/2012/10/la-belleza-cobra-forma-de-sonidos-en-el.html

Anda boleh menyebar luaskannya atau mengcopy paste-nya

La belleza cobró forma de sonidos en el debut en México de Muti y su orquesta

namun jangan lupa untuk meletakkan link

La belleza cobró forma de sonidos en el debut en México de Muti y su orquesta

sebagai sumbernya

0 komentar:

Posting Komentar

techieblogger.com Techie Blogger Techie Blogger