Reiteran la vigencia social de la obra de Bonifaz Nuño a un año de su muerte

Written By Unknown on Selasa, 28 Januari 2014 | 15.16

Carlos Paul

Periódico La Jornada
Lunes 27 de enero de 2014, p. a11

Hay obras de arte que pueden cambiar la vida de una persona. Es el caso de algunos de los poemas escritos por el traductor, investigador, catedrático y poeta Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013), cuyo trabajo literario es una forma de conciencia sobre lo mexicano en sus raíces propias y universales, de ahí su vigencia social y literaria. Coincidieron en estas opiniones Lilian Álvarez, Paloma Guardia Montoya, Vicente Quirarte, Sandro Cohen y Josefina Estrada como moderadora, en el homenaje que se le rindió al notable humanista, este domingo en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, a un año de su fallecimiento.

De acuerdo con la investigadora Lilian Álvarez, el hilo conductor de la vastísima obra de Bonifaz Nuño fue el humanismo que lleva al hombre a la conciencia de su dignidad y lo fortalece para luchar contra cualquier forma de menoscabo de esa característica esencial suya.

Belleza que el tiempo no aja

Su trabajo, apuntó, es una forma de conciencia sobre lo mexicano en sus raíces propias y universales. De ahí su vigencia social. Por su búsqueda estética, su obra ofrece una singular belleza que el tiempo no aja.

Asimismo, comentó: En sus muchos trabajos de traducción e interpretación, nos dio claves para entendernos como seres humanos capaces de amar, de sufrir, de esforzarnos para dar sentido a la convivencia con otros, para construir la colectividad de modo que sea conducente a hacernos libres, justos y solidarios.

Rubén Bonifaz Nuño leyó a Catulo, a Safo, a Ovidio, y nos lo devolvió en traducciones y en su poesía. Hizo posible que nos apropiáramos de Píndaro y Virgilio, hizo nuestro a Horacio, a Cicerón, a Marcial, a Homero. Nada de eso puede perderse, manifestó Álvarez.

Por tanto, propuso con carácter de urgente y de interés nacional, releer, editar y difundir sus obras, sobre todo entre los jóvenes.

Paloma Guardia, quien fuera asistente del reconocido poeta desde diciembre de 1985 hasta los últimos días de su vida, compartió una serie de anécdotas en torno a la personalidad, el carácter y el trabajo cotidiano en la Universidad Nacional Autónoma de México.

De forma muy amena, Paloma se refirió a los frijoles refritos con manteca, uno de los platillos favoritos de don Rubén, a su risa contagiosa, conocida por todos, a la silla donde siempre colgaba su saco, a sus portafolios, simples bolsas de súper, de plástico, a su metódico y riguroso ritual al llegar a su oficina, a sus premuras y su muy tradicional frase: pinches viejas, no me hacen caso, y a su elegante diplomacia para correr a alguien de su oficina, por entrar hasta su escritorio sin anunciarse: "Lo tomó del brazo, y sin soltarlo nunca, caminó por el pasillo de toda la oficina hasta el elevador. Al abrirse la puerta le dijo: 'Le pido que se olvide del camino a esta oficina para siempre'. Lo soltó del brazo y regresó a su página pendiente".

Sinfín de anécdotas

La asistente del maestro Bonifaz, también platicó sobre el tipo de lociones que usaba: Tenía dos; si me pedía la Fahenheit, la cita era importante; si me pedía la otra, era cualquier cita. Nada importante. Habló de sus antojos por los tacos de canasta, de su gusto por (Francisco Gabilondo Soler) Cri Cri: "Seis días antes de morir, él sólo cantó completita la canción El rey de chocolate"; de las alumnas que lo que querían saludar al salir de su oficina: "Don Rubén bajaba el vidrio (de su coche), saludaba y se dejaba besuquear por todas. Salía de ahí muy contento. Muchas veces dejaron recados de amor en el parabrisas de su VW que decían: 'Te amamos, Boni'".

Paloma, evocó también sus maravillosas lecturas. "Lo embobaban como un niño. Cuando ya estaba cansado, dejaba de trabajar y nos pedía a Silvia (Carrillo) y a mí que le leyéramos un rato, hasta el momento en que empezó a perder la vista. Se molestaba muchísimo, si alguien intentaba auxiliarlo. Tenía un orgullo y una dignidad infinita. Sin embargo, apuntó Paloma, Bonifaz Nuño, era la humanidad hecha persona. Ayudaba a quien fuera económicamente y daba becas a los estudiantes. Era muy generoso, pero también podía ser muy duro.

Vicente Quirarte, entre otras cosas, llamo la atención sobre distintas historias del personaje de Snoopy, que de alguna manera reflejaban el carácter afable, reflexivo y humorístico de Bonifaz Nuño. El maestro Sandro Cohen hizo un análisis del poema 17, del libro Los demonios y los días (1956), que los amigos y colegas han bautizado como el poema de la mosca.

Para concluir, Josefina Estrada adelantó que el próximo jueves 30 de enero, a las 19 horas, en el Museo Nacional de Arte (Munal), habrá una sesión solemne también en honor de Bonifaz Nuño, organizado por la Academia Mexicana de la Lengua.


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