La escritora Margo Glantz desgrana infinidad de recuerdos como píldoras

Written By Unknown on Kamis, 19 Juni 2014 | 15.16

Alondra Flores

Periódico La Jornada
Miércoles 18 de junio de 2014, p. 5

La autobiografía no tiene límites, afirma Margo Glantz, instalada en el sofá de su casa. Un ejercicio ejemplar es su libro Yo también me acuerdo, publicado por Sexto Piso y motivo de la conversación, con vista al jardín, en un barrio de Coyoacán.

Las formas autobiográficas son ilimitadas. No se pueden constreñir a la forma tradicional que, por ejemplo, decretó Rousseau, donde todo tiene un principio, un orden, un final, donde lo que más cuentan son las actividades vitales de cada personaje, expone en entrevista.

Me acuerdo que hasta los treinta años creí que era fea y tonta, abre el numeral de la memoria de la colaboradora de La Jornada. Me acuerdo que nací un 28 de enero de 1930.

La infancia y las hermanas con nombres de flores, referencias literarias, con Marcel Proust, William Faulkner y el suicidio de Madame Bovary, viajes por India, Atacama o Egipto, posiciones políticas, el feminismo o el vuelo del colibrí se esparcen a lo largo de 386 páginas, con breves frases que inician repetidamente con el Me acuerdo que, a la manera del escritor francés George Pérec, quien publicó Je me souviens en 1978, a su vez, en referencia al estadunidense Joe Breinard.

Y en la entrevista, Glantz recuerda: Soy muy autorreferencial en mis textos. La autobiografía para mí es muy importante, partir de mí misma es casi inevitable en mi escritura. Puede parecer un narcisismo exagerado, pero es el único punto de partida que he encontrado la mayor parte de las veces.

Retroalimentación con los lectores

Margo Glantz narra lo que inició como una colaboración de textos a la manera de Perec y Brainard, que extendió al descubrir que era un material sustancioso. Fue un año de trabajo en el que diariamente escribía fragmentos, a veces despertaba en la noche con recuerdos. Es un libro que se ha rehecho muchas veces, he cambiado textos, los he reacomodado miles de veces.

Muchos de esos fragmentos aparecieron publicados en sus colaboraciones en este diario. Al respecto, opina, "me gusta mucho publicarlos en

La Jornada porque es mi periódico y porque además tengo una retroalimentación en mis lectores".
Foto

Soy muy autorreferencial en mis textos y eso puede parecer un narcisismo exagerado, pero es el único punto de partida que he encontrado la mayor parte de las veces, dice Margo Glantz (en su casa de Coyoacán) a La JornadaFoto Yazmín Ortega Cortés

Utilización de la anáfora

La estructura, señala Margo Glantz, aparentemente es muy sencilla, pues empieza con una anáfora, es decir, una frase que se repite constantemente: Me acuerdo.

El hecho de acordarse ya es un elemento autobiográfico. Pero los recuerdos pueden ser excesivamente variados, entonces, cómo combinar una cantidad infinita de recuerdos, que además se van dando como píldoras.

Considera que son textos aparentemente sencillos. Lo que no es sencillo es la organización textual. Lo que hago es inscribirme en una genealogía textual y al mismo tiempo seguir un reto, con una estructura definitiva debo escribir una obra que al mismo tiempo sea muy libre, que asemeja el vuelo del colibrí, del que se acuerda constantemente en su libro.

Es un obituario mi libro, también, dice, cuando casi todos los amigos han muerto. Yo soy una sobreviviente de mi generación. Reviso mi libreta de direcciones y tengo que tachar una cantidad infinita de nombres porque han muerto. García Márquez, uno más joven como Federico Campbell, o Juan Gelman, exactamente de su mismo año de nacimiento o José Emilio Pacheco, amigo de toda la vida.

La escritora y viajera, autora de más de 25 libros de narrativa y ensayo, afirma: Yo me voy a morir pronto, no me queda de otra. A lo mejor vivo muchos años más, como su madre que, recuerda, falleció a los 95. Entonces es un libro a manera de obituario. Y me voy a poder enterrar en el segundo piso en el panteón israelita, quiero que me entierren con mis papás porque los quiero mucho. Sería bonito que yo estuviera abrazadita de mis papás en esqueleto. La autobiografía se termina, cuando la vida se termina.

Ahora, a los 84 años, declara que está muy bien, muy feliz. Soy muy lúdica, me encanto, soy muy vital, pero me voy a morir pronto.


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