Arde la calle es una crónica de los años 80, aquellos “que vivimos atónitos”

Written By Unknown on Senin, 08 September 2014 | 15.16

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El libro recuerda la aparición de aparatos que predijeron la actual veneración por la tecnología, según el autorFoto Yazmín Ortega Cortés

Carlos Paul

Periódico La Jornada
Domingo 7 de septiembre de 2014, p. 4

Se les llamó generación X o de la crisis, y de muchas otras formas, lo cierto es que a los jóvenes de la década de los años 80 del siglo pasado les tocó vivir la aparición de una serie de aparatos que marcarían su vida cotidiana y que predijeron lo que hoy día es la veneración por la tecnología, comenta Fabrizio Mejía Madrid (ciudad de México-1968), autor de Arde la calle: la novela de los ochenta.

Publicada por el sello Suma de Letras, Arde la calle es una especie de crónica novelada, sobre aquella época que igual estuvo marcada por distintas cuestiones políticas, económicas y sociales, como la crisis de 1982, el terremoto de 1985, el fraude electoral de 1988, la aparición del sida, la huelga universitaria en 1986, la huelga de trabajadores de la compañía refresquera Pascual Boing y la corrupción en Petróleos Mexicanos.

Mediante varias historias entrelazadas, Mejía Madrid evoca sucesos políticos y sociales; la música; la moda; las relaciones amorosas; las drogas; el condón; los centros comerciales; bandas rudas, como Los Panchitos; los antros, como el Bar Nueve; los primeros performances, las preferencias entre Rock 101 y WFM, entre otros sitios y maneras de vivir de su generación.

En aquellos años apareció la videocasetera, el celular (a los que les decían ladrillos), el horno de microondas y el walkman, con el cual se podía escuchar música mientras caminas por la calle y que, de cierta manera, anunció el aislamiento de la gente, comenta Mejía Madrid en charla con La Jornada.

También surgió el llamado rock en tu idioma. "Aquellas bandas que surgen en las cocheras y de las que me burlo un poco en la novela. Como dice un personaje, el rock mexicano se conoce más por los nombres de las bandas que por las rolas; eran extraordinarios. Rostros Ocultos o Los Amantes de Lola, por ejemplo. (Carlos) Monsiváis se burlaba de ese nombre y decía: 'Yo tengo una banda de rock que se llama Los Amantes de Mi Mamá'. En aquellos años eran mucho más creativos los nombres de las bandas que las propias canciones", expresa.

Sobre el movimiento llamado de los Rupestres, yo no sé a otros, pero a mí me pasó de noche. Con la muerte de Rockdrigo González en el terremoto, me enteré de que existían.

Experimentos sociales

La novela entreteje, recuerda y distingue, entre otras cuestiones políticas, dos momentos que no pienso como derrotas políticas de mi generación, dice Mejía Madrid.

"Fueron de cierta manera experimentaciones sociales: uno, la huelga victoriosa de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1986, y las elecciones presidenciales en 1988, que tuvo como candidato a Cuauhtémoc Cárdenas, momento en que, si bien hubo un fraude electoral, fue una experimentación en democracia.

"Mi generación estaba ejerciendo –añade Mejía Madrid– el derecho al voto y la protesta. Importaba Cuauhtémoc Cárdenas, pero más la protesta contra Salinas de Gortari y el fraude."

La historia de la familia Vives es uno de los hilos conductores de la novela. El primer capítulo narra cómo el padre se involucra y es arrastrado por la corrupción que existe en Petróleos Mexicanos. Un crónica de una familia que al principio se ve beneficiada por el auge petrolero de aquel entonces, pero que encubre una enorme corrupción.

Es una historia muy similar a lo que se vive ahora en 2014, dice Mejía Madrid. "Como nos dijo José López Portillo, ahora lo dice Enrique Peña Nieto: 'Ha llegado el momento de la abundancia'."

La novela, concluye el autor, intenta retratar a toda una generación de la clase media y cronicar aquellos años que vivimos atónitos. Para hablar del título del libro, Fabrizio Mejía Madrid canta la canción de Radio Futura, el soundtrack de su vida: Arde la calle al sol de poniente/ hay tribus ocultas cerca del río/ esperando que caiga la noche/ hace falta valor/ hace falta valor/ ven a la escuela del calor.


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